
Cuando abrí el ojo hoy por la mañana, todavía asumiendo las consecuencias de un fin semana plagado de fútbol, con dolores por todo el cuerpo, abrí mi computadora y me encontré con que toda la prensa española se hacía eco de las estadísticas que reflejan la buena y rápida adaptación de David Villa al balompié que practica el Barça y de la inexplicable y conflictiva relación que ocasionó la salida del sueco del Camp Nou.
Villa está a un gol de igualar el registro en Liga del delantero del Milán. El asturiano, con su tanto al Athletic de Bilbao, suma 20 anotaciones, mientras que Ibrahimovic marcó 21 en todo el campeonato. Si todavía existían dudas sobre si el conjunto culé se había equivocado en vender al internacional sueco sólo un año después de desembolsar una estratosférica cantidad, creo que, en cuando a fútbol se refiere, las dudas se están disipando.
Pero más allá de las comparaciones goleadoras entre ambos delanteros, lo que valdría la pena acentuar son las causas que hicieron posible la llegada del ‘7’ de España y la repentina salida del robusto delantero nórdico.
Cabe señalarse que Eto’o se fue del club porque Guardiola no quería jugadores problemáticos en su plantilla, y el ariete camerunés era un león indomable. Llegó Ibrahimovic a pesar de que las informaciones que llegaron al club sobre el carácter del sueco no eran las más alentadoras.
Ya instalado en Can Barça, Ibrahimovic empezó su corta travesía en Barcelona. Según me dijo una fuente de toda solvencia hace algunos meses, los problemas con el sueco comenzaron cuando éste le exigió a Guardiola tener los mismos privilegios que Messi. Pep sospechó que la relación entre el argentino y el sueco iba más allá de la competencia sana entre dos delanteros de gran calidad que comporten un vestuario.
Y así fue. Ibrahimovic estaba celoso. Pero lo que no sabía, es que Messi, aún con su perfil bajo, su carácter sencillo, y su envidiable humildad, es intocable. Sus compañeros le respetan como al que más. Su directiva y cuerpo técnico le miman sin parar, pues saben que en gran medida los éxitos cosechados en los últimos tres años se los deben al argentino.
Ese fue su error, meterse con Messi, competir con Messi y no adaptarse al juego de Messi, de ahí que su productividad –lo único que le quedaba- no le avalara para cumplir su contrato y quedarse, al menos, una temporada más.
Terminado el ‘culebrón’ Ibrahimovic, llegó Villa con una importante carta de presentación: campeón del mundo, máximo goleador de dicha competencia, español, y jugador deseado por el Real Madrid. Qué mejor currículum que ese. Y además, con la lección aprendida. Sabía que si jugaba para Messi, entendía a Messi e intentaba conectar con Messi, su productividad subiría, la afición le querría más, y Guardiola le iba a dar todo el tiempo que necesitara para adaptarse al estilo de juego del Barça.
Los resultados hoy en día hablan por sí solos. Villa y Messi ya forman una pareja letal. Al asturiano se le cae la baba por Messi, y Messi cada vez le busca más. Festejan los goles como si fueran hermanos. Comienzan a buscarse en el campo como si fueran ciegos. Y los números de ambos son extraordinarios. El debate Ibrahimovic-Villa está a punto de concluir.
Foto: sport.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario