viernes, 18 de marzo de 2011

Las esposas de los futbolistas españoles se sinceran


Son trabajadoras e independientes, dicen llevar una vida normal, como la de cualquier mujer. No se consideran una Victoria Beckham ni una Sara Carbonero, todo lo contrario, son sencillas y se desenvuelven con naturalidad. Las tres coinciden en que lo más difícil de ser la esposa o pareja de un futbolista es verlos tristes cuando su equipo va mal, animarlos cuando sufren alguna lesión, pasar los fines de semana solas, escuchar los insultos que evocan las gradas cuando sus parejas se equivocan, y en ocasiones, no saber cómo ayudarlos a superar algunas de sus frustraciones.

Son Marta Parreño, esposa de Jofre Mateu, centrocampista español que debutó en la Primera División española con el Barcelona de la mano de Louis Van Gaal, ganó la Copa del Rey con el Espanyol, y actualmente juega en el Valladolid. Teresa Otegui, novia de Jorge Alonso, centrocampista español que se formó en la cantera de la Unión Deportiva Salamanca, que logró con el Hércules el ascenso a Primera, y que también juega en Segunda con el Valladolid. Y Laura Franco, esposa de Iñaki Aizpurúa, ex portero español que debutó con el Salamanca en la máxima categoría y que actualmente forma parte de la secretaría técnica del Levante.

A Marta, el futbol la ha decepcionado. “Antes me gustaba mucho. De pequeña y preadolescente sufría y me enfadaba cuando el Barça no ganaba. Ahora lo he aborrecido. Me da igual, excepto lo que suceda con el equipo en el que juega mi chico por lo que le pueda afectar a él. Después de conocer por dentro el mundo del fútbol he entendido que muchas veces no sirven ni el esfuerzo personal, ni el talento”, comenta a Medio Tiempo.

Para Teresa, ha sido difícil agarrarle el gusto. “Antes sentía indiferencia hacia ese deporte, pero si compartes tu vida con una persona que se dedica a ello, al final tienes que amoldarte y compartirlo. Me delato si digo que con uno de los dos tiempos sería suficiente”, dice entre risas. Sin embargo, Laura, contundente y convencida, afirma que sí le gusta el balompié.

Tener como pareja a un hombre que trabaja dándole patadas a un balón, que viaja todas las semanas como si fuera Gullivert, que debe estar preparado para empacar las maletas y cambiar de ciudad, de país, o incluso de continente como un diplomático, que cada vez que asoma la cabeza a la calle, o se sienta a comer en un restaurante, o se acerca a un puesto de periódicos es abrumado por los aficionados que piden un autógrafo, no debe ser fácil.

Marta afirma que para ella, lo más complicado de ser la esposa de un futbolista ha sido adaptarse y desarraigarse de una ciudad. “Es lo peor. Sobretodo porque tú no decides ni cuándo te vas, ni a dónde te vas. Eso lo deciden los demás o las circunstancias. Yo he vivido en cinco ciudades diferentes en 10 años (Valencia, Barcelona, Murcia, Madrid y Valladolid ahora), y es posible que aún me queden dos o tres más”.

Teresa lo vive de forma diferente. “Mi vida no ha cambiado, a diferencia de la mayoría de otras esposas o novias, yo no vivo con mi pareja. Soy de otra ciudad y tengo mi trabajo y mis responsabilidades que no puedo dejar. Sin embargo, llevamos mucho tiempo juntos y nos va muy bien. Aunque tengo que decirle también que es complicado verse, puesto que ellos, si no tienen que entrenar, tienen partidos, y básicamente no tienen vacaciones. Los fines de semana, que son cuando yo puedo visitarlo, él se tiene que ir a jugar”.

También asegura que en la vida de un futbolista no todo es color de rosa, detrás del dinero y de la fama, del reconocimiento social y del héroe que viste de corto, hay mucho sacrificio. “La gente que dice que la vida de los futbolistas es increíble, yo les diría que no lo es tanto, sobre todo en los aspectos de tiempo libre. Es duro no poder disfrutar de un fin de semana con tu novio tranquilamente o visitar a tus suegros. Nos vemos siempre que podemos”.

Para Laura no ha representado muchos sacrificios. “En nuestro caso sólo hemos estado en tres equipos y mucho tiempo en cada uno de ellos. En el último destino, hemos vivido separados entre semana debido a que yo tenía un muy buen trabajo y decidí no dejarlo”.

“La imagen de los futbolistas la dan gente como Cristiano Ronaldo y Beckham”

Como bien dice Marta, la fiebre por este deporte roza el absurdo. El endiosamiento de los profesionales del futbol es exagerada hasta unos límites desconocidos. Los aficionados suelen atribuirles una imagen que difícilmente se asemeja a la realidad que les rodea. “De puertas hacia fuera todos los futbolistas son iguales: poco formados, fiesteros, mujeriegos, niños malcriados… De puertas hacia dentro, la mayoría son personas normales: familiares, responsables, algunos con formación, no te voy a decir que todos porque no, pero algunos sí estudian y tienen carreras… La imagen de los futbolistas la dan gente como Cristiano Ronaldo o Beckham, pero la realidad no tiene nada que ver con ellos”.

Teresa coincide con Marta. “En el caso de mi novio, tengo la suerte de que cara a la gente y cara a su intimidad es la misma persona. No hay cambios, es el mismo. Humilde, buena persona, sabe estar y es educado. Más, no puedo pedir”.

Mientras que Laura asegura que su pareja es como cualquier mortal. “Es una persona normal, con sus inquietudes, frustraciones, miedos y alegrías”.

Estas tres chicas, que no sólo son mujeres dé, sino personas valientes acostumbradas a luchar cada día para seguir haciendo su vida de forma natural, y que también sienten y gozan sus profesiones, reconocen emocionarse cuando sus parejas marcan un gol, ganan un partido, ganan un campeonato, o logran un ascenso a Primera División. “Me alegro especialmente cuando se ha sido injusto con él y a lo poco que le dejan jugar demuestra lo que vale”, comenta Marta. Mientras que Teresa se emociona al escuchar la pregunta. “Cuando ganan me encanta, pero cuando mete gol, ¡parece que sólo voy con él! Parece que no soy fan del equipo, sino exclusivamente su fan. Suena algo ridículo, pero me emociona tanto…”.

“Hay entrenadores que son unos auténticos incompetentes”


Los partidos de futbol desde el palco no se viven igual que desde el terreno de juego, de ahí que para Marta un encuentro puede cambiarle la vida a cualquiera. “Si es un partido de Liga, lo vivo normal, con mucha tranquilidad. Si es una eliminatoria de Copa del Rey, algo más intranquila. Y si es un partido decisivo para un ascenso o descenso, ahí sí estoy histérica”.

Y continúa: ”Recuerdo el último partido de Liga cuando mi chico jugaba en Levante. Jugaban en el campo del Villarreal. Si ganaban, permanecían en Primera y mi chico continuaría en el equipo. Si perdían, bajaban a Segunda y finalizaba su contrato. Yo quería que ganaran, primero, porque estar en Primera División es lo mejor que le puede pasar a un futbolista. Segundo, porque yo llevaba tres años en Valencia, tenía un trabajo que me gustaba y me había amoldado mucho a la ciudad. Quería quedarme. Ese día fui al campo, estaba muy nerviosa. Y perdieron. Lloré porque me di cuenta de que una buena jugada de un jugador del Villarreal, o una mala decisión del árbitro, determinaría mi futuro. Y así fue. ¿Pero sabes qué? Que fue para bien, porque fichó por el Español y volví a casa un año”.

Por su parte, Teresa, reconoce que a veces lo pasa mal en la tribuna. “Honestamente lo vivo como alguien más a quien no le “apasiona” el futbol, sin embargo, reconozco que tengo un defecto, soy bastante visceral y no soporto que la gente les insulte y demás. De vez en cuando he tenido que pedir respeto a gente de alrededor”.

Pero para Laura, un partido era sinónimo de sufrimiento. “Yo me ponía muy nerviosa, en mi caso, mi marido era portero, así que los fallos en esa posición se ven muchísimo, yo lo pasaba muy mal”.

Marta también habla del lado oscuro del futbol. “El año que Jofre jugaba con el Español ganaron la Copa del Rey. Aquél año jugó todas las eliminatorias de la Copa, todas, y marcó varios goles. Y en la final, el entrenador le dejó en la grada para que los titulares que jugaban el campeonato de liga disfrutaran del partido. Esas injusticias me revientan, tanto si las hacen contra él, como con cualquier otro. No puedes quitarle a un jugador la experiencia de vivir una final en el Bernábeu cuando ha jugado con éxito todas las eliminatorias”.

También asegura que algunos técnicos no están capacitados para dirigir a un equipo. “Considero que muchos entrenadores, como el 65%, no tienen ni idea de llevar grupos, no tienen ni idea de inteligencia emocional, ni de motivación. No tienen ni idea de tratar con personas, y lo creo tras 10 años de ver el comportamiento de muchos entrenadores. Muchos no saben tratar a titulares y suplentes por igual y crean mal ambiente. Por eso llega alguien como Guardiola, formado, inteligente, capaz, empático con los jugadores, que logra lo que logra. Él es la excepción. Pero hay bastantes que son auténticos incompetentes”.

Cuando se les pregunta que cuál es la parte más reconfortante de estar casada con un futbolista, todas responden con sinceridad y sin tapujos. “Ver cómo la gente les siente tan cerca sin ni siquiera conocerles. Ver a los niños esperar al final de los partidos para hacerse nerviosos una foto, temblando. Ver que cuando ganan, es como si hubieran ganado ellos, los aficionados. Conocer gente de muchos lugares. Vivir en ciudades distintas”, dice Marta.

Teresa, por su parte, recuerda con mucho orgullo y satisfacción el día que su novio le dedicó un gol. “Mi novio me dedicó el golazo de la victoria haciendo una “T” con sus manos y mandando un beso a la cámara porque me habían operado…. Qué puedo decir… me hizo llorar de emoción”. Por su parte, Laura asegura que lo que más le reconforta son “los ascensos a Primera y la felicidad de la afición”.

El futbol es capaz de crear héroes y villanos. A veces lo que sucede en un campo tiene repercusión en el estado de ánimo de un aficionado, que a su vez, traduce esa frustración en odio, y ese odio se refleja en las portadas de los periódicos. Cuando un futbolista falla, esa sensación se convierte en frustración, y en ocasiones en depresión. Tanto Teresa, como Marta y Laura, aseguran que una de las cualidad que debe tener una esposa de un futbolista es ser anímicamente fuerte, porque “los jugadores sufren depresiones, cambios de entorno constantemente y presiones que terminan reflejándose en el terreno de juego”.

Al respecto, Marta cuenta a Medio Tiempo una anécdota que marcó su vida en un campo de futbol. “Partido del Levante. Allí jugaba un ex futbolista del Real Madrid extranjero muy reconocido. Este jugador tenía un niño pequeño que tenía una enfermedad cerebral muy grave (ya murió). El equipo iba mal y perdieron otro partido. Al finalizar el encuentro, los aficionados les esperaban para insultarles a todos, y la manera de insultarle fue: “¡Qué se muera el hijo de M...!”. Gritando todos y repetidas veces. Eran muchos, no solo un descerebrado. Es algo que nunca olvidaré. A veces le gente se toma el fútbol como algo personal. La gente va al estadio a descargar sus frustraciones personales. Hay gente que va a los partidos no a animar, sino a criticarlo todo, a insultar, a gritar, a maldecir”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario