viernes, 29 de abril de 2011

Los niños 'malcriados' del futbol


Cuando por primera vez se calzaron unos zapatos de futbol tuvieron que haber dicho: “siento que mido 10 centímetros más”, al igual que cuando vieron por primera vez un balón sabían que estaban ante un objeto sagrado. Son los chicos “malcriados”, las futuras promesas del balompié internacional, aquellos niños que no esperan a que los años les den alcance para comenzar su ascenso a la cima del éxito.

Hacen lo que los futbolistas del montón no pueden hacer ni en mil horas de entrenamiento. Sus cualidades son innatas y no producto del día a día. Algunos tienen cuerpos de adulto pero su cara los delata. Su carácter es fuerte e incluso desafiante, son inconformistas, siempre quieren más, son chicos singulares que apenas alcanzan la mayoría de edad.

Podríamos estar hablando del brasileño Neymar, el chico de 19 años del Santos de Brasil, el del corte de mohicano, por el que ya se pelean Barcelona, Real Madrid y Chelsea. Este último club ya ofreció 55 millones de euros por sus servicios. Sin embargo, y aunque el conjunto azulgrana está mejor posicionado para su fichaje, Guardiola se lo está pensando porque al club han llegado informes de que su carácter es especial.

Por su parte, Florentino ya lo pudo haber fichado. En 2006, con tan sólo 13 años, Neymar estuvo en Madrid, incluso llegó a entrenarse en Valdebebas, pero el millón de euros que pedían por él fue desestimado por el Presidente blanco al considerar que se pagaba mucho por lo que en ese entonces sólo era un niño que jugaba muy bien al futbol.

Es astuto con el balón. Rápido y eléctrico. Diestro que prefiere jugar a perfil cambiado. Se mueve por todo el campo como si fuera un delfín de balneario al que acaban de soltar de nuevo al mar. Es tan escuálido como un espagueti. Es descarado. Cuando uno lo ve, da la sensación de que está viendo al primo de Robinho.

Su mejor aliado es Ganso (21 años), el diez del Santos, el que heredó el mismo número que alguna vez portó Pelé. Ambos jugadores recuerdan a Diego y Robinho, esa dupla que en su momento enamoró a Europa. Son tal para cual. Ganso es centrocampista ofensivo aunque puede jugar como nueve falso. Tiene un regate extraordinario y un guante de piel fina en el calcetín.

DEL OTRO LADO DEL CHARCO

Son niños extraños. Sólo hace falta mirarlos a los ojos. Sus pupilas bailan, se mueven en direcciones oblicuas. Tienen una sola idea en la cabeza, como en los fotógrafos y los grandes novelistas. Insensatez, sí, pero insensatez divina.

En ese club de los precoces imprudentes también está Jack Wilshere, el niño inglés de 19 años que se formó en la cantera del Arsenal, a la que llegó con tan sólo nueve años. Este mediocampista elegante defiende como si fuera contención pero ataca como mediapunta nato. Debutó con los “Gunners” a los 16 años y 256 días, arrebatándole a Cesc el honor de ser el jugador más joven en estrenarse con el conjunto británico. Parece que Arséne Wenger lo está preparando para liderar la transición que podría darse con la salida de Cesc Fábregas rumbo al Barça.

En la liga inglesa también hay un chico galés que ya se le conoce por imprudente. Se trata de Gary Bale. Capello dice que tiene la velocidad de Gento y la potencia de Roberto Carlos. Es como un rayo, pero tan elegante que nunca se despeina. Hace poco, en un partido de Champions ante el Inter, destrozó a Maicon ante 80 mil espectadores y marcó tres goles con sus espectaculares arrancadas.

Él dice que prefiere atacar que defender. Es un Dani Alves al que persiguen ya los grandes de Europa. No se sabe si es lateral, medio o incluso extremo, pero lo cierto es que pudo ser atleta por su velocidad y jugador de rugby por su potencia.

LA GRACIA DEL PURA SANGRE

Al sur y centro de aquella isla llamada Gran Bretaña desembarcó hace poco un muchacho pícaro y atrevido. Llegó a Inglaterra sin hacer mucho ruido, como quien llega tarde a un concierto de música clásica. Desempacó y no tardó en adaptarse a la ciudad y al futbol que practica su equipo desde que hace casi treinta años Ferguson se hiciera con las riendas del Manchester United.

En México lo conocemos como el “Chicharito”, pero cabe destacar que gracias a su innegable proyección, a su ascenso meteorito, a su particular carisma, ahora tiene a medio mundo embobado. A veces se exagera con él, pero lo cierto es que el chico tiene el talento de un caballo pura sangre.

Sus diagonales hacia el frente son siempre precisas. Pertenece al grupo de los hombres y no al de las hormigas, aunque trabaja para el equipo. Pareciera que se hizo unos zapatos a la medida para un pie que piensa. Lejos de Manchester está aquel niño risueño que soñaba con triunfar. Lejos también, está el mexicano que regala alegrías a su pueblo cuando el cielo es gris.

Es un delantero centro nato, como aquel que, más allá de la mitad del campo, encuentra soluciones inesperadas, rápidas y fulgurantes. Sufrió la metamorfosis de una oruga que se convierte en mariposa. Su fuerza es otra, su potencia de arranque es cada vez más parecida (con sus respectivas proporciones) a la de aquel Ronaldo del Barcelona, que a la de Higuaín en el Real Madrid.

LA CANTERA QUE VIENE

El futbol tiene ciclos y generaciones. Detrás de los Messi, Cristiano Ronaldo, Casillas, Xavi, Iniesta, Gerard, Rooney, Totti, Ronaldinho, entre otros, hay una generación de niños despiadados que amenazan con desplazar antes de tiempo a algunas figuras de la época dorada del futbol pero que todavía no se les puede considerar promesas.

Son el caso de Thiago Alcántara, del Barcelona, de Iker Munain, del Athletic de Bilbao, de Sergio Canales, del Real Madrid, Romeo Lukaku, del Anderlecht, de Diego Perroti, del Sevilla, Vladimir Weiss, del Rangers, Hamsik, del Napoli, Lalkovic, del Chelsea, el famoso “Hulk”, del Porto, Nilmar, del Villarreal, entre muchos otros.

Los niños no se equivocan, simplemente dicen lo que piensan. No miden las consecuencias de sus actos, quizás por eso estos chicos descarados salen al campo sin miedo al fracaso, porque, además, entre otras cosas, saben que su talento es indiscutible. Discutible es que siendo tan jóvenes se les pueda auguran un futuro prometedor cuando sus cuerpos aún no se han terminado de desarrollar y el paso que deben de dar para ver al mundo en sus manos, es el paso que sólo unos pocos terminan por dar.
[MEDIOTIEMPO]

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