jueves, 10 de febrero de 2011

Gullit vive… pero en Chechenia


No es un héroe de guerra, pero como si lo fuera. Así fue recibido Ruud Gullit esta semana en Chechenia al aceptar el cargo como director técnico del Térek Grozni que milita en la liga rusa. El ex jugador del Chelsea, campeón con Holanda en la Eurocopa de 1988 en Alemania y nombrado Balón de Oro un año antes, había desaparecido del mapa. Pocos sabían dónde estaba. Su última travesía nos remitía a Los Ángeles Galaxy, de donde salió astillado por una mala relación con Alexis Lalas, aquél norteamericano famoso por tener su grupo de rock, su barba roja y por frustrar más de un gol a la selección mexicana.

Ese moreno holándes que engrandeció al Milan junto con sus compatriotas Rijkaard y Van Basten en los años ochentas y noventas, distinguido entre los futbolistas no solo por su malabarismo con el balón, sino por su prominente bigote y sus ‘rastas’ a la Bob Marley, ahora se encuentra tejiendo un nuevo camino en un escenario en el que se han vivido dos de las guerras más sangrientas en las últimas décadas.

A su llegada a Chechenia, los medios de comunicación rusos sospecharon que el ex entrenador de Chelsea, Newcastle, Feyenord y Ángeles Galaxy, podría tener un ataque de terror al conocer los orígenes bélicos de una sociedad a la que también le seduce el fútbol. Sin embargo, lo que no sabían los periodistas nacionales y extranjeros, presentes en su presentación, era que Gullit, además de futbolista y estratega, también exploró lugares recónditos expuestos al peligro.

Yo he estado en lugares más peligrosos y pobres en los que la gente vive en basureros. En tales lugares, el fútbol cambia el destino a las personas. Para mí es muy importante dar alegría a la gente a través del fútbol, por eso no tenía miedo”, sentenció.

Hijo de madre limpiadora del Museo Nacional de Ámsterdam, de padre nacido en Surinam, y actualmente casado con la sobrina de Johan Cruyff, Ruud Gullit ha dejado un legado futbolístico rico en espectáculo y nutritivo para la memoria.

Aún se le recuerda por dedicarle su Balón de Oro a Nelson Mandela, aquel hombre justo y pacífico que se convirtió en el primer presidente de Sudáfrica elegido democráticamente mediante sufragio universal. Aquel negro ilustre que pasó 27 años encarcelado injustamente, lo que le convirtió en un símbolo de lucha contra el apartheid. Aquel líder que se inspiró en Gandhi y que nunca ocultó su devoción por la música clásica de Georg Friedrich y Tchaikovsky.

Cuando la prensa italiana le preguntó a Gullit que quién era ese tal Mandela, el holandés no dudó en constatar que era “un futbolista con inquietudes políticas". Años después, cuando Madiba, como le conocen a Nelson en su país, se encontró con la ex estrella de ‘La naranja electrónica’ (como se le llamaba a la Holanda de los Rijkaard, Gullit y Van Basten por su parecido a ‘La naranja mecánica’ de Cruyff pero en su versión moderna), le dijo: “Ruud, tengo muchos amigos ahora. Cuando estaba en la cárcel, tú eras uno de los pocos que tenía”.

Recordar a un futbolista tan exquisito y reencontrárselo en el mapa futbolístico nuevamente, es como ir a ver el estreno de una película a la que le seguías la pista desde que su director anunció públicamente que en un año estaría en los cines. Lo cierto es que en un lejano lugar llamado Chechenia, acaban de estrenar la cinta titulada: “Ruud Gullit”.

4 comentarios:

  1. muy buen artículo Santi,

    saludos y un abrazo


    sergio zepeda

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  2. Muchas gracias Sergio, te mando un fuerte abrazo de vuelta!

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  3. Que buen articulo mi Champ, un fuerte abrazo !!!

    Delfin.

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  4. Muchas gracias carnal, un abrazo para ti también!

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