miércoles, 16 de febrero de 2011

Fútbol gourmet

Llega nuevamente a nuestras televisiones el mejor fútbol a nivel clubes. Los octavos de final de la Champions League representan una comida gourmet para todo aquél aficionado al balompié. Todo gira alrededor de un balón, y no me refiero al artefacto que patean los futbolistas con la intención de dormirlo en la red, sino al fenómeno de masas por excelencia que despierta la atención de propios y extraños en el planeta tierra.

Para hoy, el chef nos ha preparado un suculento platillo que lleva ingredientes afrodisiacos. Por una lado, Xavi, presente azulgrana que se cuece a parte y a altas temperaturas. Por el otro, Cesc, futuro culé que se cocina a fuego.

Son diferentes pero complementarios. Ambos se criaron bajo los lineamientos de La Masía. Su fútbol es parecido, con algunas diferencias que al cabo del tiempo terminan siendo simétricas. Xavi representa al futbolista inteligente, ese que lee un partido acostumbrado a sentarse al sofá y devorarse un libro de Coetzee, le impone el ritmo al partido según lo indique su reloj suizo, se mueve entre líneas como quien lleva una brújula en el desierto, toca sencillo y sin arriesgar, encuentra espacios en donde sólo hay estrechos, se adhiere al césped buscando la gravedad cero, hace de su estatura una cualidad y no un defecto, y observa el movimiento de sus compañeros como si trajera un detector de metales.

Por su parte, Fábregas, es la competitividad hecha futbolista. Los ingredientes que le pone al fútbol son diversos y exquisitos. Su facilidad para definir es tremenda, lo mismo arranca antes de cruzar la línea de medio campo, se incorpora con gran potencia al frente y culmina con un potente disparo fuera del área, como también recibe dentro del área, regatea y pone un pase que irremediablemente termina en gol. Cesc representa al futbolista líder, ese que motiva a sus compañeros como gobernante que se sube al estrado y mueve multitudes, es el epicentro de un equipo que se ve mejor en los ensayos que en la puesta en escena. Su capacidad de lectura es la de un escritor al que le gustan los saltos de tiempo, pero coincide con Xavi en que el ritmo determina la forma de juego, en que en la falta de espacios se encuentra el hueco perfecto, en que en la sencillez de un pase está la complejidad del acierto.

Cesc es el alumno y Xavi el maestro. El primero se fue del Barça pensando que con el segundo en casa nunca tendría oportunidades de brillar, y el segundo se quedó sin obstáculos en el camino. Sin embargo, uno en Londres y el otro en Barcelona, terminaron por descifrar un crucigrama llamado fútbol. Su talento no es casualidad, son producto de una misma filosofía que encarnan el Barcelona y el Arsenal desde tiempo atrás.

Hoy se verán las caras presente y futuro. Xavi está cerca de descender del pico más alto, sus lesiones le advierten que debe ser cauto cada partido, de ahí, las alarman en las oficinas del Camp Nou; un sustituto debe venir en camino, y no porque el club tenga prisa, sino porque el camino de Londres a Barcelona es largo y espinoso. Y ahí aparece Cesc, contrastado jugador que emana exquisitez, y que tiene ADN Barça.

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